domingo, 1 de marzo de 2015

LA FAMILIA CEBOLLETA, by Manuel Vázquez



Nuevo original del gran Vázquez que cuelgo en las paredes de mi museo virtual. A pesar de que los últimos trabajos que he expuesto en mi blog correspondían a su última etapa como dibujante, la más gamberra, sin duda, de toda su carrera, hoy me centraré en su época dorada y en una de sus numerosas series creadas para la desaparecida Editorial Bruguera: La familia Cebolleta.

Este mítico serial nació en la revista “El DDT”, allá por 1951, pasando después por diversas publicaciones de la casa. No fue la única creación de Vázquez centrada en las desavenencias de un núcleo familiar (recordemos que después vinieron La familia Gambérrez, en 1959, y La familia Churumbel, en 1960), que nunca llegaron a alcanzar la popularidad de los Cebolleta.

Esta particular familia estaba formada por el cabeza de turno (Don Rosendo), su esposa y ama de casa (Doña Laura), sus dos hijos (Diógenes y Pocholita), el loro (Jeremías), y el abuelo (alias, el abuelo Cebolleta), sin duda, el personaje más destacado de la serie y uno de los más populares de Bruguera. Este peculiar octogenario bombardeaba constantemente a su familia contando sus inacabables y continuas batallitas, molestando a todo Quisque, hecho que le hizo mundialmente famoso y eternamente recordado, ya que, incluso, se llegó a crear un término coloquial con su nombre denominando así a los ancianos que acostumbran a incordiar a la pobre gente con las inagotables y repetitivas historias de sus vidas.

En la página que hoy nos ocupa, vemos un claro reflejo de lo que a muchos nos puede pasar (y nos pasa) a la hora de planear nuestras vacaciones de verano. Como todas buenas vacaciones que se precie, siempre debemos tener a punto los últimos preparativos: bañador o bikini a estrenar, crema solar por un tubo, gorrito y gafas para protegernos del dañino sol, sombrilla y tumbona para la hora de la siesta, toallas (múltiples funciones), cubo y pala para los ratos muertos, revistas (para adquirir cultura), aperitivos (para llenar la panza), flotador y manguitos para no irse al fondo, lancha a motor para lucirse delante de los presentes, etc., etc. Tantas cosas queremos llevarnos a cuestas que luego nos enfrentamos al (grave) problema de que el maletero de nuestro vehículo se nos ha quedado pequeño, lo cual, nos obliga a dejar la mitad de esos trastos en casa por problemas de espacio.

Y claro, al invertir tanto dinero en todas estas innecesarias particularidades, nos enfrentamos a otro (más grave) problema: que hemos gastado todos nuestros ahorros en bártulos y enseres que luego tenemos que disfrutar en el salón de casa porque no nos llega para irnos a la costa.

Página muy divertida y dinámica, obra del siempre descacharrante Manuel Vázquez.



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