domingo, 1 de junio de 2014

UN NUEVO SERVICIO QUE SE IMPONE, de Urda



Tercer nuevo autor que me complace presentar en mi blog. Tal y como ya anuncié, durante cinco semanas consecutivas iré reuniendo a destacados dibujantes de los que, aún, no había tenido el placer de mostrar ninguna página original. El de esta semana es Manuel Urda y, aunque creo que es un maestro que no precisa de presentaciones, añadiré, brevemente, algunos datos acerca de su vida y carrera profesional. Empecemos…



 
Urda (Manuel Urda Marín) nació en Barcelona en 1888.

Sus primeros trabajos vieron la luz en las revistas: “¡Cu-Cut!”, “Virolet”, “En Patufet”, “Monos” y otras publicaciones de principios del siglo XX. 













Por aquel entonces, en 1917, apareció una nueva revista: “TBO”. Urda comenzó a publicar aquí sus trabajos y, además, se convirtió en su primer director artístico entre los años 1918 y 1922. Se puede decir que este autor se pasó toda su vida trabajando para esta revista, pues sus numerosos personajes y secciones se publicaron entre sus páginas hasta poco antes de fallecer en 1974. De hecho, su último trabajo para esta revista se publicó en el número 751, el 17 de marzo de 1972.





Este autor también colaboró en “Pulgarcito”, “Yumbo”, “Nicolás” o “El Coyote”.

Urda era un magnífico rotulista y cuidaba al máximo el detalle en sus páginas. Era un autor completo, ya que se encargaba de los guiones, lápiz, tinta, rotulado, cabeceras… Lo único que no salía de su puño era el color de las páginas, pero Urda se encargaba de poner indicaciones a los grabadores para que éstos supieran qué tonalidad ponerle a cada cosa.

En toda la trayectoria del autor podemos hallar tanto páginas mudas como otras repletas de unos diálogos ágiles y divertidos.

Con 84 años, aún entregaba a la editorial una página a la semana. Cierto día, el director de “TBO” le recriminó que le temblaba el pulso a la hora de dibujar, a lo que Urda, sin perder su sentido del humor, le contestó: “No quiera usted saber la de cosas que le van a temblar cuando tenga mis años”.

Aunque el tamaño de mi original es más bien reducido, eso no resta atractivo y magnificencia a una página realizada con esa notable maestría a la que Urda nos tenía acostumbrados. Prestad especial atención a su peculiar forma de plasmar una historieta sin necesidad de utilizar viñetas. Para quitarse el sombrero…



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